23 de marzo de 2025                                                                                                                                                                                                                                        Judit Vidal 

Crítica de "Night Life" (2025), lo nuevo de The Horrors

Como a modo de celebración por sus nada menos que veinte años en la industria de la música rock, electrónica y psicodélica (es difícil clasificarlos y de alguna manera los limitamos), la banda británica The Horrors lanzaba el pasado viernes su sexto álbum de estudio, que ha tardado siete años en llegar.

“Night Life” (2025), producido por Yves Rothman (girl in red o Kim Gordon) y bajo el sello de Fiction Records, es un cúmulo de nueve canciones que recogen lo sembrado durante estas dos últimas décadas con trabajos como el pionero “Strange House” (2007) (en cuyo directo se cargaron la sala Moby Dick de Madrid) o “Skying” (2011); pero que, sin embargo, aporta frescura y oscuridad (más si cabe) en cuanto a su mensaje.

Lo cierto es que esa espera entre su quinto álbum “V” (2017) y “Night Life” (2025) no ha sido del todo premeditada, hubo una conocida pandemia mundial de por medio, así como la marcha en 2021 del teclista Tom Furse. No obstante, el cantante Faris Badwan reconocía en su entrevista para Mondo Sonoro que tampoco va con ellos forzar las cosas y que vayan saliendo discos de forma automática, sino que siempre está bien dejar el tiempo que necesite el álbum.

Y así lo han hecho. La banda ha estado trabajando estos últimos tres años en su sexto trabajo y han remodelado la formación original; el lugar de Furse ahora lo ocupa Amelia “Millie” Kidd y el puesto del batería Joe Spurgeon lo ocupa Jordan Cook, ambos desde hace un año. De manera que este es el primer proyecto de ambos con la banda.

En este viaje de 45 minutos, el grupo se aleja de su pasada imagen punk y garaje para abrazar los sintetizadores de forma más extensa de lo habitual, manteniendo los tempos acelerados de la batería (“The Silence That Remains”) o la voz profunda (y más madura) de Badwan.

El concepto general del trabajo parece ser una oda a la noche (solo hay que ver el nombre), la oscuridad y quizá una reconciliación con el paso del tiempo y, por consecuente, la creciente madurez e incredulidad que vamos adoptando cuando vemos que no hay mucho más.

Su introducción es pausada y tímida (“Ariel”), pero solo nos prepara para lo mejor y, con tintes de M83 o lo nuevo de The Cure, consigue colocarte en el mismo lugar que cuando es de noche y solo escuchas tu propia respiración, esa calma y quietud que de día resulta inalcanzable. Y así, de forma gradual, el tono del disco va adoptando más garra y movimiento.

Trial By Fire” sería el claro ejemplo del abordaje más creciente de la formación hacia el rock psicodélico, así como su innata rebeldía en las letras, que han sabido mantener desde que sus miembros empezaran en 2005.

En esa línea, no se han olvidado de sus orígenes y nos deleitan con algún tema que contienen claros resquicios de su álbum debut, con un sintetizador decidido y complaciente con la melodía (“More Than Life”). De igual forma, hay espacio para los crecendos intermitentes y poco convencionales (“Lotus Eater”) que pueden no ser accesibles para todo el mundo, pero que, desde luego, sitúan a The Horrors entre los reyes de la electrónica y psicodelia con toques guitarreros.

De las cosas más positivas de la banda es que nunca se han vendido ni modificado sus ideales por las modas, muchos géneros musicales han ido decayendo o, por lo contrario, situándose entre lo más escuchado y ellos nunca se han detenido a modificar sus ritmos en contraposición de lo mainstream, a no ser que fuera algo que pudiera aportarles beneficios.

The Horrors siempre se han categorizado por ser honestos con sus sentimientos y relatar, aunque sea de forma incógnita, su momento vital; ello es lo que les hace tan únicos, además de la forma en la que, como decíamos, son capaces de plasmar una sensación, especialmente melancólica en este disco, dentro de una melodía innovadora (“When the Rhythm Breaks”, es sin duda mi favorita)

A lo largo de este viaje trascendental, el quinteto nos permite sumarnos a ellos en un proceso de sanación en el que no hay que dar explicaciones, solo escuchar y mantenerse abierto a todo tipo de posibilidades que nos permitan ir curando los efectos de la soledad, la decepción y la aceptación de lo innegable (“LA Runaway”). Este último tema que cierra el álbum es, definitivamente, el más pegadizo y bailable; a modo de regalo permite concluir un disco innovador, arriesgado y completamente preparado para asumir nuevo seguidores que, desde luego, los tendrán.

En este momento, la banda se encuentra inmersa en la gira de “Night Life”, pasaran por Barcelona el próximo 5 de abril, así como por otras ciudades como Madrid o Valencia (https://www.thehorrors.co.uk/)