19 de agosto de 2024 Judit Vidal
Syd Barrett: simbolismo, oscuridad, caos y talento
Sólo diez días después de su última actuación con Pink Floyd en enero del 1968, Syd Barrett, el enigmático fundador de la banda inglesa, decidió grabar sus primeros temas en solitario con la intención de poder desarrollar un álbum de estudio.
Para ello, contó con el productor Peter Jenner que, declaró, a pesar de no haber sido unas sesiones fáciles, tuvo buena relación con el músico. Sin embargo, duró poco, ya que, al cabo de unos días, Barrett lo dejó con su novia y se fue de viaje con su coche alrededor de Inglaterra, y, a pesar de no conocerse qué hizo esos días, se sabe que el viaje terminó con él internado en un centro psiquiátrico en Cambridge.
Para ese entonces, el músico inglés ya estaba completamente enzarzado en el mundo de las drogas y si a esto le sumamos el evidente impacto que debió suponer ser expulsado de la banda, no es de extrañar que se encontrara dentro de una inestable situación emocional.
De las sesiones con Jenner, salieron Golden Hair (basada en un poema de James Joyce), Octopus y Late Night que, posteriormente, formarían parte del álbum debut del artista en solitario, The Madcap Laughs (1970), del cual nos acontece recordar hoy.
Este primer álbum de estudio empezó a ser producido y grabado de verdad en 1969, tras una llamada de Barrett a los estudios EMI (lo que ahora sería Abbey Road) exponiendo que hacía años que tenía temas guardados y quería grabarlos. A pesar de su negativa reputación en cuanto a comportamiento y sus distintas pausas en la creación del disco con otros productores, Malcolm Jones (director y productor del sello Harvest) accedió sin pensarlo y contactó con él enseguida. Debe destacarse que Barrett también contó con la ayuda de sus colegas David Gilmour y Roger Waters en la producción del disco, con la contribución del primero a la guitarra acústica, el bajo e incluso la batería en Octopus.
A partir de aquí, empiezan las sesiones de grabación del que sería uno de los álbumes quizá más anárquicos y conceptuales, a partes iguales, del artista. Tampoco hizo muchos, sólo le siguió Barrett (1970) al poco de haber lanzado el primero.
Un total de 13 temas componen el trabajo, 19 si contamos los de la versión deluxe. Todos ellos recogen la esencia del artista en su máximo esplendor, en un ambiente distendido y pausado, con quizá demasiado espacio al cambio y la improvisación, Barrett se abre en canal y expone, de forma indirecta o directa según se interprete, el momento que pasaba por aquel entonces.
El álbum es una oda al amor y el desamor en sus distintas formas y, en su mayoría, contiene letras difíciles de entender de forma profunda. Algunas de las líneas parecen estar más centradas en rimar que en exponer un mensaje concreto. Por otra parte, hay temas como Love You o Octopus que tienen toques rítmicos típicos de bandas como The Beatles en sus inicios o The Hollies. De alguna forma u otra, se agradece que Barrett se decante por esta mezcla de sonidos, puesto que cada canción tiene un mundo interno difícil de explicar, típica de su línea metódica conocida desde sus comienzos. Dato curioso sobre Octopus es que, en un inicio, se llamaba Clowns and Jugglers y necesitó de 11 tomas para lograrla. Fue incluida, de nuevo, en el recopilatorio de 1988.
La parte instrumental del disco es igual de errática como la personalidad del creador, a ratos solos largos y eclécticos, y a otros líneas lentas en guitarra rítmica. Menciona Jones en su libro Making of the Madcap Laughs (1982) las incongruentes decisiones del músico como situación recurrente durante las grabaciones, hasta el punto de que hacía cambios de guitarra constantes y en modos no muy comunes a lo largo de los temas. Aun así, el productor defiende que el comportamiento de Barrett fue siempre muy bueno, contrariamente a la idea que se tenía de él, potenciada por controvertidas situaciones en las grabaciones de trabajos de los Floyd.
En contraposición a este cumplido, Malcolm quiso recalcar que se añadieron y retocaron detalles de los temas no con siempre su aprobación, poniendo como ejemplo el falso inicio del tema If it’s in you, dónde Syd desafina, un fallo que expone Jones pasaba muy pocas veces.
Dentro del caos musical de las canciones debe destacarse el solo eléctrico de No Man’s Land que, si bien no sorprende en cuanto a técnica, si lo hace por su originalidad; o la melodía de Feel con una personalidad muy marcada.
Debe destacarse la participación en el álbum de distintos músicos que no fueron incluidos en los créditos, para evitar conflictos con las compañías; y de la banda británica de rock instrumental Soft Machine, de los cuáles las aportaciones no fueron siempre bien valoradas, a veces por falta de tiempo y a veces por la dificultad de asumir las necesidades musicales de Barrett.
Pasando al plano estético de la portada, esta fue ideada a medio camino entre Storm Thorgerson y Audrey Powell “Po”, que ya habían trabajado para el diseño de la portada de A Saucerful of Secrets (1968). Las fotografías fueron realizadas por Mick Rock con un Syd sentado en medio de una amplia habitación con las tejas del suelo pintadas entre amarillo y azul, él mismo lo había realizado unos días antes. Al fondo de la contraportada aparece en el fondo Iggy the Eskimo desnuda, una mujer que convivía con Barrett pero que, según se dijo después, no eran pareja.
Con todos los preparativos realizados, el álbum se lanzó el 3 de enero de 1970 y tuvo una acogida relativamente positiva, debido, probablemente, al misterio que envolvía la marcha de Barret de Pink Floyd. El disco se situó en la posición #40 en las listas de Reino Unido y no fue lanzado en USA hasta el 1974 dónde fue publicado junto a su siguiente trabajo.
Hoy en día, engloba uno de los mejores trabajos del artista, aunque tuvo pocos en solitario, y se sitúa dentro de la escena underground británica de ese momento. A pesar de ser una reliquia escondida, el seguimiento de los fans más acérrimos del artista, entre los que me incluyo, hizo que, tiempo después, se sacarán recopilatorios con temas que no habían sido incluidos en primer lugar, así como la versión deluxe del disco en cuestión.
Ha pasado el tiempo y el aura misteriosa que envolvía y envuelve a Syd Barrett no ha cambiado, ni tampoco la admiración ante su innegable talento. A veces es necesario contar con figuras artísticas de su calibre, ello queriendo hacer alusión a su arrolladora personalidad, su pasión por el arte, su necesidad de expresión en medio de un mundo completamente mediocre y su carácter volátil, que, si bien iba potenciado por sus juegos con las drogas, sigue echándose de menos en un mundo repleto de personajes sin fondo.
Fuentes:
Byron’s Muse. (2020). Syd Barrett and The Madcap Laughs: Madness, Solitude and Striped Floors.
Reyes, A. J. (2024). Cómo se grabó The Madcap Laughs por Malcolm Jones.





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