24 de octubre de 2024                                                                                                                                                                                                                                        Judit Vidal 

El dios salvaje de Nick Cave aterriza en Barcelona  

El pasado jueves 24 de octubre aterrizaba Nick Cave en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Después de sólo dos meses del estreno de su decimoctavo álbum de estudio, Wild God (2024), el majestuoso rey del rock experimental realizaba un concierto de casi tres horas que rompió toda expectativa.  

Como si el tiempo no hubiese pasado, el artista y su increíble banda estuvieron impecables. Si alguno pudiera pensar que Nick Cave debe ser visto en una sala mucho más pequeña (yo también lo creía así), lo cierto es que logró ese nivel de intimidad que le caracteriza, sin perder la presencia tan enigmática que maneja a través del baile, de su amigo piano y de los movimientos a lo largo del escenario. Es el claro ejemplo de qué ha nacido por y para la música, sus más de 40 años de carrera lo acreditan.  

Viajando a lo largo de las etapas más reconocidas y dejando espacio a la locura, el desacato y la nostalgia, el artista australiano estuvo, en casi todas las canciones,  agarrándose a las manos de los que tuvieron el privilegio de estar en primera fila, como si de un anclaje que le permite seguir adelante se tratara.  

Del nuevo álbum repasó muchos temas, a cada cuál mejor y con unos destacables visuales en relieve que iban en línea a la estética del disco. Inició la velada con Frogs y pasó por la preciosa Wild God, Song of the Lake, Conversion (dónde aprovechó para remarcar repetidamente “You’re Beautiful” al público) o O Wow O Wow (How Wonderful She Is), con el honorable homenaje a Anita Lane, miembro fundador de Bad Seeds y con quién Cave tenía una relación muy especial, que falleció en 2021.  

A la hora de echar la vista atrás, la formación recordó sus comienzos con From Her To Eternity de su álbum debut con el mismo nombre en 1984, y de varios temas del mítico directo Live Seeds de 1993. 

Con mensajes profundos y centrados en remarcar el amor y el respeto en detrimento de la realidad social que nos invade cada día, el artista introdujo otras canciones muy importantes en su extensa carrera como O Children, escrita mientras observaba a sus hijos jugar, allá por el 2004.  

Si hubiese que encontrar una imagen que representase la experiencia y la seguridad en escenario esos serían ellos. Ningún tema fue tocado tal cuál está grabado en su respectivo álbum, el talento y el conocimiento que les han brindado las tablas de estos años desembocaron en una variedad de tonos diferentes en las canciones o largas improvisaciones con los instrumentos. Especialmente destacable el inmenso talento de todos los músicos y el visible vínculo que ya les une con Cave.  

No nos olvidemos de su magnífica conexión con el piano, que tanto ha marcado su música y con el que emocionó en más de una ocasión. Lo hizo participar en casi todos los temas, pero destacó su interpretación en I NeedYou IntoMyArms. La primera es del álbum posterior a la, quizás, tragedia más grande que puede vivir una persona que es la muerte de un hijo y por esa razón es probable que el artista se empeñe tanto en recordar la importancia del amor. La segunda es de las más bonitas que tiene, por no decir la que más, perteneciente al álbum The Boatman’s Call (1997) y que representó en el último vis con las luces apagadas y con un único foco en él y el piano mientras el público coreaba el estribillo.  

Un cierre de concierto más que perfecto y que concluyó la que será una noche para recordar para muchos.  

Crea tu propia página web con Webador