15 de julio de 2024                                                                                                                                                                                                                                           Judit Vidal 

La realeza británica llega a Barcelona

El dúo británico de Littlehampton volvió a Razzmatazz el pasado lunes 15 de julio para celebrar los diez años en la industria musical. Si bien Mike Kerr y Ben Thatcher ya llevaban una buena trayectoria cuando empezaron a resonar entre la gente, no fue hasta que sacaron Royal Blood (2014) que se les pudo situar en el mapa. Ese álbum de estudio los llevó a abrir para los Foo Fighters o ser galardonados como la mejor banda británica en los Brit Awards por nada más y nada menos que Jimmy Page.  

El caso es que, igual que aterrizaron con fuerza en su tierra natal, empezaron una gira imparable de festivales que hizo que, si alguien aún no los ubicaba, pudiera conocer la impresionante presencia del grupo, así como el sonido distintivo que los caracteriza.  

Después del primer álbum vinieron How Did We Get So Dark? (2017), Typhoons (2021) y el reciente Back to the Water Below (2023). Si bien en la pasada noche del lunes hubo un repaso extenso sobre su carrera, el foco principal estuvo puesto en el primer álbum que, sin duda alguna, es el mejor que tienen y el que se mantiene más fresco.  

La banda empezó fuerte con Out of the Black e impresionaron al público con el mítico paseo del batería por la pista, generando un pogo a continuación que desembocó en una gigante adrenalina por parte de la audiencia. Este fenómeno también se dió en Come on Over o Little Monster.  

Fue realmente asombroso que el dúo tuviera la misma actitud en un escenario pequeño como el Razzmataz que en un impresionante festival como el Glastonbury o el Hellfest. Dice mucho de ellos y su impecable seguridad ya establecida con los años. Es innegable, aún así, que su música debe ser apreciada en una sala pequeña, ya que el bombo de la batería o los erráticos sonidos del bajo de Mike estallan con mayor fuerza si estás cerca de ellos.  

El hecho que empezarán el concierto con el primer álbum entero hizo que el público se volviera loco, esa primera media hora estuvo repleta de éxtasis, ollas y coreadas de todas las canciones que los llevaron al centro del panorama musical. Figure it Out con el increíble solo de Kerr o You Can Be So Cruel hicieron vibrar la sala hasta en el último rincón, así como Blood Hands o Loose Change.  

Si bien es difícil imaginarse al dúo más tranquilo de lo que estuvo el pasado lunes, es indudable que el paso del tiempo les ha brindado de una presencia y cara dura que esperemos no pierdan nunca. Fueron incontables las veces que Mike se situó en medio del escenario con pose de quién sabe que tiene el mundo a sus pies, y el público se lo dio todo como respuesta. Por lo que se refiere a Thatcher, más de una vez estuvo tocando de pie para demostrar que él también ha venido para quedarse.  

Tras el primer álbum bajaron el telón trasero con la portada de este y dejaron paso a la imagen del tigre gris que tanto relacionamos con la banda y que, de hecho, Ben tiene como referencia en el bombo. A partir de aquí empezaron canciones remarcables de su segundo álbum, igual de enigmático que el primero, como Lights Out, Hole in Your Heart o How Did We Get So Dark?. 

Siguieron con temas del tercer álbum como Boilermaker, Typhoons, Limbo o Trouble’s Coming que, si bien son menos conocidos, la gente siguió coreando lo cual ayudó a que la energía no decayera ni el ánimo de los artistas, ya que sabemos cómo se pone Kerr si la reacción del público no es la esperada, y con razón.  

Del cuarto álbum, que no pierde su esencia troncal, pero con un componente más electrónico, tocaron Mountains at Midnight y Pull Me Through.  

Todo el repertorio fue impecable con el estilo tan único e irrepetible de los artistas que contiene esa experiencia basada en el denominador común de muchas bandas británicas de haber tocado en muchos pubs antes de llegar a grandes escenarios. Pero más allá de su talento musical, hay algo que tienen de forma exclusiva y es la presencia escénica, las ganas de reventar la sala, la conexión y respeto entre ambos, y la garra que cerró el concierto anhelando que sigan saliendo bandas de este calibre, aunque está difícil en una época rodeada de mainstream y poco sentido musical. Confiaremos en el talento inglés, que, hasta el momento, no ha defraudado nunca. 

Fotografía: selbymay

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