16 de marzo de 2025                                                                                                                                                                                                                                          Judit Vidal

60 años del mítico "My Generation" (1965)

Empezamos a adentrarnos en esos años dónde míticos álbumes celebran aniversarios y algunas de estas fechas impresionan al oírlas porque sobrepasan las cinco décadas como el “Night at the Opera” (1975) de Queen, el “Wish You Were Here” (1975) de Pink Floyd, el “Bring It All Back Home” (1965) de Bob Dylan o el “Electric Warrior” (1971) de T.Rex.

De todos ellos hablaremos pronto ya que ahora el que nos acontece rememorar es el increíble “My Generation” (1965) de los caóticos e inolvidables The Who. Este año se cumplen 60 de su lanzamiento, un álbum que si bien de primeras costó que obtuviese el reconocimiento que merece, ha acabado siendo un claro símbolo de aquella generación de jóvenes rebeldes ingleses nacidos a finales de la Segunda Guerra Mundial.

En plena época de miseria, hambruna e inútiles intentos por ir rehaciendo sus vidas tras la masacre, los hijos de aquellas familias crecieron con claros sentimientos de rabia y frustración ante un día a día cruel y un futuro que parecía estarles ya establecido desde antes de que nacieran. De las ganas de romper con los estándares salieron grandes personalidades que han marcado la historia de la música.  Entre ellos están Roger Daltrey, John Entwistle, Pete Townshend y Keith Moon.

Hacia finales de los años 50, unos jóvenes Townshend y Entwistle formaban parte de una banda llamada “The Confederate”, la cuál se englobaba dentro del género dixieland (basado en la improvisación dentro del jazz). A su misma vez, Daltrey formaba parte de “The Detours” y un día andando por la calle se cruzó con Entwistle que llevaba el bajo en la espalda y le pidió que se uniera, a lo que él aceptó y propuso a Townshend como guitarrista adicional. De esta manera, ya estaban los tres en el mismo grupo y solo faltaba la aparición estelar de Moon.

Con los meses, fueron cayendo el resto de miembros de la banda a la vez que las discográficas a las que ellos presentaban su material les comunicaban que necesitaban un mejor batería y canciones propias. A pesar de las dificultades, la banda seguía de gira por distintos lugares de Inglaterra y en uno de esos pubs en 1964 apareció un joven de 17 años llamado Keith Moon, el cuál quería hacer una prueba para ser el batería de la banda, ya que contaban tan solo con uno de sesión. La prueba fue caótica y espectacular a partes iguales. En palabras de Daltrey, y contrariamente a lo desorganizado que podía parecer Moon, en 2016 dijo: “La percepción general de Keith Moon como baterista es que era caótico, descuidado, pero era todo lo contrario”.

Foto: George Wilkes/Hulton Archive/Getty Images

Con la formación completada, la banda siguió girando por distintas localidades y en una de ellas se formó, sin quererlo, el sello identificativo de los Who y que cambiaria la historia del Rock ’n Roll para siempre: romper los instrumentos. Así de primeras suena fatal, pero lo cierto es que la banda no tenía intención de ganarse esa reputación, pero en un bolo que tenían en Londres ese año Townshend se cargó, sin querer, el mango de la guitarra y ante las risas del público acabó por destruirla, lo que hizo que la gente alucinara y quisiera más y más.

Con una popularidad acrecentada, como mínimo en las zonas por las que se movían, la banda lanzó su primer sencillo conocido en enero de 1965 (en el 64 lanzaron “Zoot Suit”, pero no hay mucha información sobre ello) “I Can’t Explain”, inspirándose en los Kinks, con quién compartían productor, Shel Talmy, y que pasó un poco desapercibido. También lanzaron en abril “Anyway, Anyhow, Anywhere”, que alcanzó una posición bastante modesta en el Top 100 de Inglaterra.

Foto del sencillo "I Can't Explain" (1965)

Durante esos meses ya estaban inmersos en grabaciones esporádicas del que sería su primer álbum debut, y fue entre abril, octubre y noviembre de ese año que acabaron de finiquitarlo, especialmente en los últimos dos meses. Ese verano estaban de gira y, de mientras, iban componiendo temas. Fue ahí dónde a Townshend se le ocurrió una melodía que lo cambiaria todo, inspirada por un blues bastante lento de Mose Allison “Young Man’s Blues” (1963), que acabaría siendo la base del último sencillo que lanzaron antes del álbum: “My Generation” (1965), que daría nombre al disco.

Este tema alcanzó el puesto número 2 en las listas de Inglaterra. No era de extrañar, era el tema perfecto en el momento y lugar adecuado. En un contexto social desesperanzador, este himno juvenil de tres minutos era el subidón que buscaban los más jóvenes, un canto furioso y casi proto-punk que alaba lo que eran, dejando claro que iban a darle una vuelta a lo que se esperaba de ellos, en contra de los, mayoritariamente, viejos que les criticaban. “People try to put us down, just because we get around”/“I hope I die before I get old” son declaraciones que todos hemos querido gritar siendo jóvenes. A la sin querer reivindicativa letra, se le suma una estruendosa guitarra y una brutal batería que acompaña el tono del mensaje.

Así, empezaba la era de los Who, habían llegado para quedarse.

El 3 de diciembre del 1965, se lanzaba el primer álbum debut de la banda. Producido por Shel Talmy y con ayuda esporádica de Glyn Johns (Bob Dylan, Led Zeppelin o Eagles), bajo el sello de Brunswick Records. 12 canciones de puro rock y con toques de R&B, género del que Townshend era seguidor.

El álbum alcanzó la quinta posición en las listas de Inglaterra, siendo un trabajo redondo y categorizado, con el tiempo, como uno de los mejores álbumes de la historia de la música. Muy a pesar de lo que sus miembros consideraron, ya que tras el éxito del último sencillo, se vieron con la obligación de darse prisa tanto en la composición como en la grabación y afirmaron Daltrey y Townshend, en la edición deluxe lanzada años después, que no se sentían del todo a gusto con el trabajo en general, no siendo definitorio de como ellos tocaban en directo. En mi opinión, esa radical energía era difícil de conseguir plasmar en un disco. Era algo que surgía de forma espontánea en los directos de la formación.

La portada del álbum también es mítica, un plano casi cenital dónde se ve a los cuatro miembros entre barriles de aceite y Entwistle con la bandera del Reino Unido en las espaldas, algo que Estados Unidos modificó, sustituyendo esa portada por una dónde se les ve delante del Big Ben.

Portada inglesa del disco 

En cuanto al resto de temas, más allá de los sencillos, están obras maestras como “Out in the Street”, el primer tema del álbum. Dos minutos y medio que presagian lo que será el resto del trabajo, movimiento, proposición y mucha rabia, con una batería desafiante y provocadora.

Con similitudes y diferencias, esta “The Good’s Gone”, una entrada psicodélica que se mueve en un tono (y coro de Townshend) más oscuro que la anterior canción mencionada. Aún así, se mantiene en el ritmo bluesero y rockero a partes iguales. Afortunadamente, se mueven en esas aguas en todos los temas y les queda genial.

“La-La-La-Lies” y “A Legal Matter” las lanzaron como sencillos en 1966, a pesar de haber sacado ya el álbum. Ambas tienen esa esencia de poderío juvenil que consiguen mantener en el álbum y también comparten, de alguna manera, un mensaje contundente ante desengaños amorosos. La primera es una echada en cara a las mentiras de una supuesta pareja, mientras que la segunda, y como su nombre indica, resume un tormentoso divorcio (justo Daltrey estaba pasando uno en ese momento). El segundo tema es la primera y única incursión de Townshend como vocalista en el álbum, además de un teclado más que abundante y necesario por parte de Nicky Hopkins (que también participa en “The Ox” como compositor)

En el trabajo también incluyeron dos brillantes versiones: “I Don’t Mind” y “Please Please Please” de James Brown ambas. Otra de ellas es la de “I’m A Man”, de Bob Diddley, que fue censurada en Estados Unidos por su contenido sexual y sustituido por “Instant Party”, tema que grabó la banda a espaldas de Talmy, lo que causó más de un quebradero de cabeza al management de los Who y al mismo productor.

No nos olvidamos, por otro lado, de las “Much Too Much” y “It’s Not True” que pasan más desapercibidas pero que resultan un claro ejemplo del talento de Moon que no se pierde un solo compás, igual que la tan personal voz de Daltrey.

Por último, “The Kids Are Alright” (sencillo que también lanzaron más tarde), junto a “My Generation”, son las dos canciones más famosas de la formación, siendo categorizadas como un himno del movimiento “mod” de Inglaterra entre los 50 y 60. Ambas son completamente opuestas, la segunda es furor y rebeldía mientras gritan quiénes son, a lo que la primera es mucho más pausada, casi en tono pop, y accesible para otros públicos de la época que seguramente les detestaban por “hacer demasiado ruido”.

Más allá del estatus que lograron con el lanzamiento de su primer álbum debut y todas las oportunidades que consiguieron a raíz del mismo, no hay que olvidar que la banda tenía un directo grandioso e impresionante que mantuvieron durante toda su posterior trayectoria hasta la muerte de Moon en 1972, lógicamente ya no era lo mismo.

En línea con la reputación que se habían ganado de “la banda que rompe los instrumentos” (en gran parte por la desbordante anarquía de Keith, que se sumaba a cualquier idea que tuviese que ver con destruir), en 1967 el grupo presentó el sencillo que da nombre al disco en el programa “Smothers Brothers” y al final de la misma Keith hizo explotar la batería, algo que dejó desconcertados a todos, incluidos sus miembros que no habían sido plenamente avisados de lo que planeaba hacer el más joven del grupo. Esto era algo que pasaba con frecuencia, hay un gran historial atado a la formación entre los que se incluyen más explosiones, televisiones por la ventana de un hotel o coches atrancados en las piscinas de algunos de llenos. De hecho, en el Holiday Inn estuvieron vetados durante años.

El resto de miembros de la banda no se quedaban atrás, pero Keith Moon siempre era el artífice de este tipo de locuras. Él siempre tuvo una idea preconcebida de cómo tenían que ser las cosas, sin reglas ni normas, una vez entró en The Who vivió la vida que siempre quiso y, de hecho, cuando le preguntaban qué aspiraciones tenía como batería, siempre contestaba: “No quiero canalizar toda mi energía en tocar la batería, o ser un Buddy Rich. Solo quiero tocar la batería para The Who, y eso es todo”.

Su versatilidad e innovación en sus melodías quedan en su legado, igual que las líneas de bajo tan definidas de Entwistle que falleció en 2002. Actualmente, Daltrey y Townshend han seguido haciendo giras internacionales con temas de los Who, pero no es lo mismo. A los que somos más jóvenes, siempre nos quedará la tristeza de no haber podido vivir en directo semejante explosión (nunca mejor dicho) de talento, anarquía y desobediencia.

A todas esas bandas que rompieron con el molde en momentos tan complicados y dónde nadie lo había hecho antes, solo nos queda darles las gracias y nunca perder la oportunidad de homenajear su perseverancia y habilidad para mantenerse en sus principios, como lo hicieron los cuatro miembros de The Who.