19 de enero de 2025 Judit Vidal
El escalofriante trasfondo del Scene Club de Nueva York
Si por alguna razón se ha categorizado a Nueva York como la ciudad que nunca duerme es porque siempre ha sido foco de todo tipo de eventos históricos, especialmente relacionados con las artes. Es la ciudad dónde cualquier artista quiere verse crecer, engrandecer su arte y darlo a conocer entre sus transeúntes y, de alguna manera, sabiendo que, si encaja, tendrá un impacto internacional.
En cuanto a los músicos se refiere, es bien sabido que lo primero que intentas hacer como futura estrella es picar todas las puertas de los bares, clubs y antros en los que te permitan tocar aunque sea a cambio de nada. Aspecto que Nueva York comparte con la ciudad de las estrellas, dónde también hay y han habido múltiples lugares de ocio nocturno dónde muchos grupos reconocidos a día de hoy han ido floreciendo.
Uno de estos clubs es el The Scene, local nocturno que abrió en 1964 bajo la gestión de Steve Paul, reconocido manager y propietario de distintos clubs nocturnos, y que estaba situado en Manhattan. Paul lo abrió con la intención de albergar actores, músicos y estrellas, en general, de Broadway. Él expresó en su momento que The Scene pretendía ser un lugar de fusión entre música, músicos, gente que le gusta la música y gente que es música. Sin embargo, en ese momento, había un único intérprete y ese era el pianista.
Poco a poco, el local fue ganando mayor fama y empezaron a presentarse distintos grupos conocidos del momento para tocar ahí como The Young Rascals o Sammy Davies Jr. Tal fue el impacto que hasta BB King tocó dos noches, igual que Jimi Hendrix, así como el ambiente de Andy Warhol y él mismo frecuentaban la sala. Otras estrellas del calibre de Jim Morrison, Paul McCartney, la estrella del blues eléctrico Johnny Winter o Leonard Bernstein pisaron el club. En algún momento The Scene era uno de los puntos álgidos de la noche neoyorquina, todo el mundo quería ir a tocar, a bailar, a beber o a lo que fuera. Pero como el mismo Paul describió en 1967 a modo de premonición: “Nothing great lasts all the time” (Nada bueno dura para siempre).
En 1969, y tras dos años intentando salvar el local, cerró el espacio nocturno por excelencia de tantísimos grupos referentes; dejando para la historia noches que parecían infinitas, dónde todo tipo de excesos estaban presentes, no había filtros y eso es lo que atraía al público así como a sus artistas. Una de las anécdotas quizá más recordadas y estrambóticas a partes iguales es la fingida mamada que simuló hacerle Jim Morrison a Jimi Hendrix mientras el segundo estaba tocando en el pequeño escenario.
Los motivos por los cuáles el bar tuvo que cerrar la persiana fue por sus múltiples deudas y la negativa de Steve Paul a pagar a la mafia de la ciudad su protección, hecho que desencadenó peleas fuera del bar y la consecuente complicación con la licencia del local para disponer de bebidas alcohólicas.
Durante más de tres décadas The Scene quedó en la memoria de todos los que habían compartido noches ahí, y mucha música. El local fue derivando en distintos negocios desastrosos hasta que en 2003 se pretendió derribar el edificio. Por encima del local había pisos que nunca habían gozado de seguridad, en ellos habían vivido drogadictos, prostitutas y personas, en general, que intentaron sobrevivir como pudieron a la innegable crueldad con la que puede embestirte Nueva York.
A la hora de intentar derribar el bloque, uno de los obreros observó una pared de hormigón en el sótano, la cuál parecía estar mal colocada, casi como si hubiese sido añadida una vez ya construido el edificio; al romperla con el mazo, salió rodando un cráneo.
La policía llegó de inmediato y determinaron lo que pobremente pudieron sobre el cadáver, debido al tiempo que había pasado todo lo que quedaba eran huesos. La escena era horrorosa, el cadáver estaba atado de pies y manos y envuelto en una alfombra, la cuál contenía un pelo del asesino. Las autoridades establecieron que era una chica, de entre 16 y 21 años y que debía medir en 1,70 y 1,75 metros. La única información que se tenía de ella era un anillo con las iniciales: “P Mc. G”. En ese momento le pusieron el nombre de Midtown Jane Doe ante la imposibilidad de identificarla.
Se barajaron todo tipo de hipótesis en cuanto a su identidad, intentando esclarecer si fue asesinada durante la existencia de The Scene o si convivió posteriormente en los pisos construidos encima del escaparate, intentando sobrevivir como prostituta y terminando de la peor manera posible.
Los múltiples enigmas abiertos y las pocas pruebas con las que se contaba hicieron que se cerrara el caso sin una respuesta clara sobre lo que pasó y, lo más importante, sin saber quién era esa chica que tuvo la mala suerte de cruzarse con alguien despiadado.
La mejora en las técnicas de identificación y la incorporación de extensas bases de datos que permitían crear un árbol genealógico a raíz de tan solo una mínima prueba de ADN, hicieron que entre 2021 y 2022 se entrecruzaran dos primos de distintas familias que permitieron dibujar un genograma hasta llegar a un nombre: Patricia McGlone.
Lynda Doyle, una genealogista veterana que asumió el caso en 2021 fue la que llegó a este nombre, tras analizar múltiples obituarios, antiguos periódicos y documentos judiciales, y teniendo en mente las iniciales del anillo que llevaba la chica. Su descubrimiento de una esquela a nombre de Bernard McGlone le dió la pista. Sin embargo, la identificación no podía aún darse por completada, ya que la genealogía genética de investigación no establece la identidad de la persona; para ello se requiere un análisis mitocondrial por parte de la línea materna de la persona.
Investigando uno de los nombres de los familiares que habían salido en el primer estudio de la base de datos, descubrieron que la tía hermana de la madre había fallecido en los atentados del 11/S y su familia, habiendo querido identificar los restos, aportaron pruebas de ADN que, en 2024, pudieron ser ligadas a la identidad de Patricia. Ahora se conocía la identidad de la víctima, pero no el cómo llegó a ser asesinada y emparedada en el pasado The Scene.
En el intento de esclarecer el crimen, aparecen una serie de entramados familiares demasiado complicados para determinar cómo y por que sucedió el asesinato. Cada familiar de los McGlone escondía peores secretos. Patricia McGlone pertenecía a una familia de clase media, sabido por los tratamientos dentales que pudieron identificarse en su cadáver. Sin embargo, el estudio sobre sus antepasados fue arduo debido a que nadie se preocupó de buscarla cuando desapareció.
Hasta dónde se pudo saber, McGlone abandonó la escuela en 1968 debido a un embarazo con un hombre llamado Donald Grant, nombre que resultó ser falso, ya que no figura en ningún registro más que en el de una persona que nació en 1937 y murió durante su infancia en Pittsburgh. Pero él no fue el único que falsificó su identidad, también lo hizo el hermanastro de Patricia, que tenía una turbulenta relación con sus padres y sus correspondientes parejas y que había sido detenido en varias ocasiones, la última en 1970 debido al robo de más de 62,000 dólares de su empleador. Así, en 1973 también cambió de nombre y se mudó fuera de Nueva York, muriendo en 2012 sin mencionar ninguna hermanastra.
La madre de McGlone tampoco se quedó corta, en 1971 hizo una petición de dinero en el nombre de su hija, es decir, falsificando su firma porque se estaba quedando sin fondos para asumir los gastos de la Seguridad Social. A pesar de que, en una entrevista tras la detención de su hijastro, afirmó no saber nada de su hija desde 1969. Aquí entra la cuestionable profesionalidad de las autoridades de aquel momento que no sospecharon de este detalle, ni registraron la desaparición de la joven.
De alguna manera, casi todo el entorno de McGlone parecía ser sospechoso de su asesinato, pero las pocas pruebas existentes y la eliminación del poco rastro que había sobre su familia nunca han permitido poder establecer qué sucedió aquella fatídica noche.
En cuanto a Steve Paul, murió en 2012 tras haber probado suerte en otros negocios también relacionados con la música. De hecho, creó un sello discográfico en 1971, Blue Sky Records, dónde llegó a firmar con Muddy Waters. Si en algún momento supo del asesinato que había sido descubierto en su antiguo local, nunca hizo mención de ello a nadie de su entorno más cercano o, como mínimo, si lo hizo, este entorno no ha querido explicarlo.
El caso de McGlone fue y es el sabor agridulce que siempre marcará la historia del local The Scene, un lugar que vivió la música en estado puro y fue punto de encuentro entre artistas de gran renombre y talento. Sin embargo, en medio de esta exaltación de la música, el desfase y la fiesta nocturna, quedará en el recuerdo la chica que quiso vivir la experiencia del local de moda y quedó atrapada en él para siempre.
Weinman, Sarah (2024). Unraveling the 50-year mystery of the body in the basement. Rolling Stone Magazine. https://www.rollingstone.com/culture/culture-features/true-crime-mystery-murder-the-scene-new-york-1235156741/


The Doors tocando en The Scene en 1967. Foto de Getty Images.

Jimi Hendrix tocando en el local en 1968

Cartel de la actuación de The Young Rascals en 1966.
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