22 de febrero de 2025 Judit Vidal
El pionero cambio al eléctrico de Bob Dylan
Entre otros muchos impactos socioculturales que tiene el cine, está el de dar a conocer historias reales que, por época o temática, han ido quedando atrás u olvidadas.
El pasado 25 de diciembre se estrenaba “A Complete Unknown” (2024), el biopic sobre el polifacético músico Bob Dylan, encarnado por un brillante Timothée Chálame, que se centra en los primeros años de la carrera del artista con auge y caída del mismo dentro de los seguidores del folk. Un género que, por aquel entonces, era sagrado y que acostumbraba a contener letras sociopolíticas.
Si bien la cinta mencionada contiene varias partes inventadas para hacer cuadrar la historia en dos horas y veinte minutos, lo cierto es que, en general, resume a la perfección lo que debió ser esa época de irracional fanatismo y popularidad para Dylan.
El músico de Minnesota llegó a Nueva York en 1961 con la intención de conocer a Woody Guthrie, cantautor de folk que resultaba ser su gran ídolo e inspiración para la música. A pesar de que, en la película, también está Pete Seeger en el momento y Guthrie le regala su famosa armónica, lo cierto es que estuvieron los dos solos en el encuentro.
Posteriormente, y tras haber cumplido su sueño, Dylan empezó a tocar en clubs de la ciudad neoyorquina, seguramente sin intención de ir mucho más lejos de poder vivir de la música.
Su camino por los escenarios y una crítica muy positiva sobre su directo, hizo que Dylan conociera a John H. Hammond, productor y crítico musical, que fichó al joven de tan solo 21 años para la discográfica Columbia Records. La personal voz del artista y su facilidad para llegar a emocionar a cualquiera debieron ser los motivos que le hicieron confiar en él. Podemos comprender a Hammond a la perfección.
A partir de aquí, Dylan ya está metido en la industria y empieza a grabar distintas versiones de temas de la música popular, así como dos canciones propias “Song to Woody” y “Talkin’ New York” que formaron parte de su primer álbum de estudio: “Bob Dylan” (1962). Este tuvo un éxito escaso, lo que generó que en el discográfica se dudara de su talento y se le categorizara como “el protegido de Hammond”.
Dylan no estaba dispuesto a vencerse, de hecho yo creo que le daba bastante igual, él continuó componiendo muchos temas y versionando otros, así como fichó a Albert Grossman, manager que lo representó de forma impecable y fiel hasta 1970.
En 1963 lanza “The Freewheelin’ Bob Dylan”, segundo álbum de estudio, esta vez con once de los trece temas compuestos por él. La primera canción era “Blowin’ in the Wind”, melodía inspirada, aparentemente, en un canto de la comunidad negra cuando eran esclavos y se encontraban huyendo de los Estados Unidos.
El tema se convirtió rápidamente en un himno pacifista, utilizado para defender los derechos civiles y las necesidades de la generación de aquel momento. Un himno de lucha que colocó a Dylan en un pedestal para el resto de jóvenes y adultos, fieles seguidores del folk o dedicados a la protesta social, lo que hizo que se le nombrara “portavoz de una generación”. Algo que él siempre rechazó y detestó.
Sin embargo, todo ese revuelo con el artista, también tuvo la parte positiva de que, de repente, sonaba en todas partes y era cada vez más conocido, lo que le permitió realizar conciertos a gran escala como el del Carnegie Hall o realizar apariciones televisivas. Siempre de la mano del tema que le había catapultado al estrellato.
Entre una de estas grandes apariciones, estaba el festival de música folk Newport, dónde acudían los más grandes del género y, de alguna manera, consagraba tu carrera. Dylan actuó en 1963, en 1964 (con “The Times They Are A-Changin’ (1964) o “Another Side of Bob Dylan” (1964) y en 1965. Suponiendo este último año un cambio radical en su trayectoria, su música y sus seguidores.
Vayamos al principio del fin, en 1965 Dylan empezaba a estar demasiado hastiado con la figura que se le había otorgado, así como el hecho que se esperara de él ser el líder de toda un generación que ponía su cara en las protestas sociales o en el ejemplo perfecto de la música folk. Un artista auténtico es el que evoluciona y avanza, así como se adapta a los nuevos tiempos.
Y eso es lo que hizo Bob Dylan, en abril de 1965 publica “Bringing It All Back Home”, dónde, de repente, aparecen guitarras eléctricas, una batería, un bajo, teclados y piano. En fin, una banda entera junto a su mítica voz y armónica. Fue uno de los pioneros en unir folk y rock, géneros que, hasta entonces, se repudiaban y eran muy poco utilizados de forma entremezclada. Solo el tema “The House of the Rising Sun” (1964) de los Animals y “I’m A Loser” (1964) de los Beatles parecían introducir esta combinación. Sin embargo, “Mr. Tambourine Man”, la octava canción del álbum, llegó a las listas de éxitos de Estados Unidos enseguida, así como el sencillo “Like a Rolling Stone”, de su siguiente álbum “Highway 61 Revisited” (1965).
Como era de esperar, no fue bien aceptado por los seguidores del folk que lo tenían como el dios del género, el que iba a mantenerlo en el futuro y salvarlo de ese rock intenso que empezaba a despuntar. De esta manera, cuando el de Duluth llegó al festival de Newport ese año, no lo recibieron con el mismo afecto que el anterior, claro está. Fueron abucheos y lanzamientos de objetos al escenario lo que expresó claramente el disgusto de sus fans, aunque también hubo aceptación y agrado por otra parte del público.
A Dylan ya lo habían avisado que no sería bien recibido ese cambio en su carrera, especialmente en ese lugar. De hecho, Pete Seeger intentó cortar los claves del sistema eléctrico para evitar que pudiera tocar el músico y su banda.
Pero Dylan ya había tomado una decisión, la mejor de su carrera, sin duda. Las críticas continuaron cayéndole, incluso en una actuación en Manchester, al año siguiente, le llamaron “Judas”, a lo que él respondió: “No te creo, eres un mentiroso”. A la larga, al gran público solo le quedó aceptar este nuevo cambio y evolución del artista, entendiendo que ello acostumbra a ser parte de la carrera de un músico.
Volviendo a la película, esta relata con excelencia esa actuación de 1965 y, sobre todo, la decepción de quiénes esperaban que el músico siguiera propagando el folk por todo el mundo. Pero qué se podía esperar de alguien con una personalidad tan arrolladora como la de Dylan. Para fortuna de todos, el compositor continuó indagando en el rock para después pasar por otros géneros como el pop tradicional o el blues. Siempre manteniendo ese carácter enigmático y racional, dentro de un mundo basado en los extremos.
Como dato curioso, y que muchos sabrán, esa personalidad tan particular hicieron que en 2016, al ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura, el artista no se presentara a la gala.
Gracias Bob, por demostrar que tenemos derecho a cambiar, evolucionar y romper con nuestro pasado.
Actuación "Like a Rolling Stone" en el Festival de Newport en 1965.

Crítica sobre la actuación de Pete Seeger y Bob Dylan en el Festival de Newport, en 1963.
Fotografía extraída de Come Writers and Critics (The Bob Dylan paper site)
https://www.bobdylan-comewritersandcritics.com/pages/programmes/dylan-newport-festival-1963.htm
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